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Saturno Shani Jayantī 2025: el nacimiento del karma y la lección que no se puede evitar


El martes 27 de mayo se celebra Shani Jayantī, el día que conmemora el nacimiento de Shani Deva (Saturno), regente del tiempo, del karma, de las pruebas que no se pueden esquivar… pero que al atravesarlas, limpian.


Y aunque astronómicamente la Luna Nueva ocurre el lunes 26 de mayo, la celebración tradicional se fija según el calendario védico, que no se basa en relojes, sino en el Tithi: la fase lunar activa al amanecer. Como el Tithi Amāvasyā sigue vigente al amanecer del 27, ese día es reconocido como Shani Jayantī en toda la India.


Este no es un festival como otros. No hay colores, ni cantos alegres. Es un día silencioso, introspectivo y profundamente kármico. Es el único momento del año en que se honra a Saturno como deidad viviente, no como planeta, y se lo invoca no para que nos dé algo… sino para que nos enseñe a sostener lo que realmente vale.


A lo largo de este artículo comparto contigo la historia de Saturno, por qué se celebra este día en particular, cómo observarlo con respeto, qué prácticas realizar y cuál es el verdadero poder de alinearse con su energía sin miedo, sin evasión y sin atajos.

Porque Śiva ve más allá del karma, y Saturno que lo ejecuta, se inclina ante quien lo trasciende.
Porque Śiva ve más allá del karma, y Saturno que lo ejecuta, se inclina ante quien lo trasciende.

¿Qué es Shani Jayantī y por qué es un día único en el año?

Shani Jayantī es la conmemoración del nacimiento de Shani (Saturno), el regente del karma, el tiempo, la disciplina, el peso de las consecuencias, y el silencio fértil del alma que ya está lista para madurar.


No se trata de un “planeta” más en la carta natal. No es solo un graha. Shani (Saturno) es el reflejo de una inteligencia cósmica cuya única función es ayudarte a alinearte con lo que viniste a hacer aquí, aunque no lo recuerdes conscientemente. Su energía no es liviana, ni atractiva, ni complaciente. Pero es la más necesaria.

Hay devatas que despiertan el gozo, otros que nutren la devoción, algunos que activan el deseo de trascender. Shani (Saturno) no. Él espera. Observa. Y cuando es el momento, aparece con el resultado exacto de todo lo que has sembrado lo bueno, lo que evitaste, lo que negaste, lo que diste sin testigos.


Por eso su cumpleaños no se celebra con estruendo. No hay festivales multitudinarios, no se llena el cielo de colores, ni se organizan desfiles. Se guarda silencio. Se baja la cabeza, no por miedo, sino por reconocimiento. Porque el alma sabe que sin Shani (Saturno), no habría madurez posible. Ni dharma vivido. Ni libertad verdadera.


Este día es único en el año porque marca una posibilidad muy concreta: alinearse con el principio del karma no desde el castigo, sino desde la comprensión. No hay manera de manipularlo. Shani (Saturno) no responde a las emociones, no se deja convencer por peticiones vacías. Solo actúa cuando ve que hay disposición real. Que estás dispuesto a asumir lo que tú mismo generaste. Que estás listo para no repetir, sino avanzar.

Shani Jayantī es entonces un portal silencioso. Una grieta en el calendario donde se abre la oportunidad de soltar lo que ya no puedes seguir cargando, pero no con rituales vacíos o promesas momentáneas. Con claridad. Con responsabilidad. Con integridad.

Los antiguos sabían esto. Por eso, en este día se recomendaba no hablar demasiado, no comer en exceso, no distraerse con lo externo. Porque quien se sienta en silencio y observa su vida con verdad, no necesita que Shani (Saturno) le “haga pagar”. Él mismo ya está haciendo lo que se espera de un ser humano consciente: asumir su camino.

Shani Jayantī no es para celebrarlo para honrar. Y el que lo honra con humildad, empieza a liberarse. No porque Shani (Saturno) se apiade. Sino porque ya no hay nada que ocultar.


Según la tradición, hubo un momento sagrado en el que Śiva, Su maestro, entregó a Saturno la vara del karma.
Según la tradición, hubo un momento sagrado en el que Śiva, Su maestro, entregó a Saturno la vara del karma.

La historia de Shani (Saturno): el hijo de Surya (el Sol) y la sombra que ve más que la luz


Según los Purana (textos sagrados antiguos que relatan los orígenes cósmicos), Shani (Saturno) no nació de una unión ordinaria. Su madre fue Chaya (“sombra”), una proyección creada por Sanjna, la esposa de Surya (el dios del Sol), quien no podía tolerar la intensidad de su resplandor. Para cumplir con su deber sin quedar consumida, Sanjna hizo surgir a Chaya, una réplica suya hecha de sombra, y la envió en su lugar.


Surya, sin notar la diferencia, se unió con Chaya. De esa unión nació Shani, portador del tiempo (Kala), del karma (la ley de causa y efecto), y del dharma (orden y deber cósmico). Su nacimiento ya fue una señal: permaneció mucho más tiempo en el vientre de su madre, como si incluso antes de nacer ya supiera que él rige los procesos lentos y maduros.


Cuando nació, Shani lo hizo con los ojos cerrados. No por debilidad, sino porque su visión no está dirigida a lo inmediato. Su mirada revela lo que realmente es, sin adornos. No endulza la verdad ni la disfraza. Por eso, incluso entre los devas (deidades), su presencia genera incomodidad: Shani no muestra lo que se quiere ver, sino lo que uno ha sembrado.


La tradición cuenta que lo primero que Shani vio al abrir sus ojos fue a su padre, Surya. Y en ese instante, el Sol perdió parte de su brillo. Fue la primera vez que el principio de la luz fue tocado por el karma directo. Desde entonces, Shani fue considerado temido, oscuro, frío. Pero en realidad, lo que trae no es castigo, sino equilibrio. No hay luz verdadera sin la sombra que la acompaña.


Por eso, en astrología védica es muy común observar que cuando Śani (Saturno) y Sūrya (el Sol) están en conjunción dentro de una carta natal, especialmente en la novena casa (dharma bhāva) o décima casa (karma bhāva), se manifiestan conflictos con la figura paterna. Esta combinación puede indicar distanciamiento, frialdad emocional, ausencia del padre, o una relación marcada por el juicio, el deber o la exigencia. El Sol representa la autoridad, el ego y la figura del padre; mientras que Shani (Saturno) simboliza el límite, la corrección y la carga del karma. Cuando se unen, suele haber tensión entre la voluntad personal y la estructura que se impone desde afuera, y muchas veces, ese campo se expresa a través del vínculo con el padre.


Cuando Surya descubrió que Chaya no era su verdadera esposa, reaccionó con enojo y rechazo. Shani creció marcado por esa energía de exclusión. Sin embargo, no buscó venganza. Se mantuvo en su dharma, en su propósito. Fue hacia Mahadeva Shiva (el Señor del tiempo, la transformación y la disolución), quien lo bendijo con la capacidad de entregar los frutos del karma a todos los seres, sin importar su estatus. Desde ese momento, Shani quedó investido con el poder de actuar sobre reyes, sabios, deidades y seres humanos por igual.


A diferencia de otros graha (planetas), Shani no responde a la emoción ni a los halagos. No actúa por devoción ni por temor. Su única medida es la coherencia: da exactamente lo que corresponde según lo que uno ha hecho, sostenido o evitado. No trabaja con intenciones. Trabaja con hechos.


Por eso su día, Shani Jayanti (el “nacimiento de Shani”), no es una fiesta. Es un momento de pausa. Un día para observar sin mentiras. Para hacer silencio. Para examinar con qué estás comprometido realmente, más allá de lo que dices creer.


Los rishi (sabios védicos) enseñaban que Shani no se invoca para que quite el sufrimiento. Se le honra para asumirlo con dignidad. Porque cuando lo atraviesas, si lo haces con verdad, lo transforma todo: estructura, carácter, dirección. Él no acelera, no promete, no endulza. Pero cuando protege, lo que te entrega ya no se pierde.


Shani, nacido de la sombra y del deber, es la mirada del karma que no se evita, el guardián del dharma que no se rompe, y el maestro silencioso de todos aquellos que han dejado de huir.



Cómo observar Shani Jayantī según la tradición védica


El día de Shani Jayantī no está hecho para la celebración externa, ni para pedir bendiciones con facilidad. Es un día reservado para la limpieza interna, para enfrentar con dignidad lo que otros evitan. En la tradición védica, se considera uno de los días más potentes del año para trabajar directamente con el karma no para evadirlo, sino para honrarlo. No hay ritual más poderoso que la conciencia sostenida en silencio.


Shani (Saturno) no busca devoción emocional. Le interesa la coherencia. Por eso, el día se observa en silencio, sin expectativas, sin dramatismo. No se busca “agradarlo”, sino alinearse con su naturaleza. Y su naturaleza es el dharma.


Desde las primeras horas de la mañana, se recomienda levantarse antes del amanecer. Realizar un snāna, baño ritual, idealmente con agua fría o con semillas de tila (sésamo negro), sustancia que Shani (Saturno) reconoce como purificadora cuando se ofrece con intención pura. No es un baño físico. Es un acto de entrega. Se limpia el cuerpo como preparación para limpiar la mente.


Muchos observan upavāsa, ayuno. Pero no se ayuna por castigo, sino por claridad. El alimento se vuelve sagrado solo cuando nace del dominio interior. Si el cuerpo no lo permite, basta con seguir una dieta sāttvika: simple, sin cebolla, sin ajo, sin tamas. Pero más importante que lo que entra por la boca, es lo que sale de ella. En Shani Jayantī se practica mauna, el voto de silencio. No se discute, no se critica, no se habla sin necesidad. Quien no domina su palabra, no está listo para recibir nada verdadero.


No es día para negocios, fiestas ni exposición. Es día para el retiro interior. Muchos hacen limpieza del hogar, de los altares, pero sobre todo, del espacio interno. Es un día para sentarse frente al propio karma sin juicio ni culpa. Solo con presencia. También es común realizar sevā servicio desinteresado a personas mayores, necesitadas, a quienes viven en soledad o abandono. No como obra de caridad, sino como acto de restitución kármica. Lo que das sin que nadie lo vea, Shani (Saturno) lo recuerda.


La práctica más elevada del día es la repetición del mantra:

oṁ prāṁ prīṁ prauṁ saha śanaiścarāya namaḥ

Este mantra no es para pedir que se alejen las pruebas. Es para cultivar fortaleza espiritual. Se puede recitar 108, 324 o 1008 veces, dependiendo de la capacidad de concentración. Pero más importante que la cantidad es la estabilidad interior con que se recita. Shani (Saturno) no responde al entusiasmo momentáneo, sino a la constancia.


En Shani Jayantī, quien no hace nada externo pero se sienta a mirar su vida con verdad, ya está alineado. Porque Shani (Saturno) no exige rituales grandiosos. Exige responsabilidad. Él no es el que destruye. Es el que muestra lo que no está firme. Y si algo cae ese día, es porque ya no tenía sustento.


Shani Jayantī es el día en que se honra al tiempo. No al que pasa, sino al que permanece cuando todo lo superfluo ha sido dejado atrás. Quien entiende esto, no le teme a Shani (Saturno). Le camina al lado.


Ritual recomendado para honrar a Shani (Saturno) en su día sagrado


Honrar a Shani (Saturno) no es hacer un rito para evitar problemas. Es realizar un acto de verdad interior. El ritual no se ejecuta para cambiar al graha. Se realiza para cambiar la disposición interna con la que uno se presenta ante el karma. Shani (Saturno) no responde a lo que haces solo un día. Responde a cómo vives el resto del tiempo. Pero si hay un momento para alinearse con su presencia, es este.


El ritual comienza con disposición. No con miedo, sino con claridad. La jornada empieza antes del amanecer. Se recomienda realizar un snāna (baño purificatorio) con agua fría, en silencio, como si uno se lavara de los excesos acumulados en los días pasados. Para quienes lo deseen, se puede añadir polvo de tila (sésamo negro), ya que es una sustancia regida por Shani (Saturno) y considerada una de las más eficaces para calmar su energía cuando es ofrecida con humildad.


Tras el baño, se recomienda vestir con ropa sobria: azul oscuro, negra o gris ceniza. No se usan perfumes ni adornos. Shani (Saturno) no busca belleza externa. Busca presencia interna. Se limpia el altar si se tiene, o se crea un espacio simple donde colocar una lámpara de aceite de sésamo encendida, conocida como tila dīpa. Esta luz no se enciende para pedir. Se enciende como símbolo de nuestra voluntad de permanecer despiertos en medio del karma.


El mantra fundamental del día es:

oṁ prāṁ prīṁ prauṁ saha śanaiścarāya namaḥ

Quien lo recita con sinceridad activa en su interior la fuerza de la estabilidad. El mantra puede repetirse con un mālā (rosario védico) de 108 cuentas, preferiblemente hecho de rudrākṣa o de sándalo. Pero más importante que el objeto es la concentración. Si la mente está dispersa, el mantra no penetra. Si hay intención firme, una sola repetición basta para abrir espacio interior.


Se puede también leer o escuchar el Śanaiścara stotraṁ, himno dedicado a Shani (Saturno), compuesto por Śrī Daśaratha, el rey de Ayodhyā. Es un canto de entrega, no de escape. Quien lo recita reconoce que toda dificultad tiene propósito. Y que todo karma es llamado al dharma.


A lo largo del día, se recomienda evitar alimentos pesados, mantener la mente sobria, abstenerse de palabras innecesarias. Las acciones más valoradas por Shani (Saturno) son el silencio, el servicio y la sobriedad. Quien dona sin esperar aplausos —ya sea alimento, ropa, atención o tiempo honra su energía. Especialmente si esa ayuda va dirigida a personas ancianas, enfermas, solitarias o ignoradas por el sistema. Ahí habita Shani (Saturno).


Quien observe este día con humildad y responsabilidad, no verá un cambio inmediato en lo externo. Pero comenzará a cambiar su relación con el tiempo, con la paciencia y con la fuerza interior. Porque honrar a Shani (Saturno) no transforma la realidad afuera. Transforma la estructura desde la cual uno la habita.


El ritual se cierra al atardecer, cuando se agradece en silencio todo lo vivido. No con orgullo, sino con quietud. Como quien sabe que no hizo algo para ganar, sino para recordar quién tiene la capacidad de sostener el dharma incluso cuando nadie más lo ve.



Shani (Saturno) y lo que enseña en tu carta natal


En la astrología védica, Shani (Saturno) no representa desgracia. Representa madurez. Es el devatā que pone peso donde el alma necesita enraizarse, y por eso nunca se le debe leer como castigo. Él se mueve lento porque sus resultados son duraderos. Su tránsito y ubicación en la carta natal no se pueden ignorar. Tampoco se pueden suavizar. Son la verdad estructural del karma que viniste a vivir.


Cada bhāva (casa) del horóscopo representa un campo de experiencia. Y donde se ubica Shani, el crecimiento es inevitable… pero nunca inmediato.


En la primera casa (tanu bhāva), Shani (Saturno) marca una vida de madurez precoz. El cuerpo puede ser fuerte, pero la sensación es de carga desde el inicio. Se desarrolla una identidad reservada, responsable, que no busca reconocimiento fácil. La persona envejece bien, pero no sin esfuerzo.


En la segunda casa (dhana bhāva), Shani enseña disciplina financiera. No da riquezas repentinas, sino fruto de años de trabajo. Puede haber karma familiar o silencio en la comunicación. La voz se vuelve seria. Se aprende a sostenerse sin depender del entorno.


En la tercera casa (sahāja bhāva), fortalece la determinación. No favorece hermanos muy presentes, pero sí da fuerza de carácter. Las iniciativas propias tardan en tomar forma, pero una vez activadas, no se detienen. La persona avanza paso a paso, sin perder el rumbo.


En la cuarta casa (sukha bhāva), puede restringir la sensación de hogar, comodidad o vínculo materno. Hay profundidad emocional, pero poca expresión. Se aprende que el verdadero refugio no está afuera, sino en la estabilidad interna. El vehículo y la casa propia llegan con esfuerzo.


En la quinta casa (putra bhāva), Shani enseña responsabilidad afectiva. El romance no es liviano. Puede haber karma con hijos, o demora en su llegada. Pero también da gran capacidad para enseñar desde la experiencia. Aquí el amor madura, o no permanece.


En la sexta casa (ṣaṣṭha bhāva), se vuelve fuerte. Es uno de los mejores lugares para Shani (Saturno), porque enfrenta enemigos internos y externos con estrategia, constancia y disciplina. Da buen control sobre enfermedades crónicas si hay trabajo sobre el cuerpo y la mente.


En la séptima casa (yuvati bhāva), Shani no niega la pareja, pero exige compromiso real. No tolera vínculos ligeros. Puede dar retraso en el matrimonio, o relaciones con diferencia de edad o madurez. Aquí se prueba el dharma de la unión.


En la octava casa (randhra bhāva), se vuelve intenso. Es un lugar difícil, pero revelador. Da longevidad si hay tapasya. Se vive crisis, secretos familiares o pérdidas que empujan a la transformación. Es un Shani que no perdona falsedad interna.


En la novena casa (dharma bhāva), pone a prueba la relación con el padre, el gurú o la espiritualidad heredada. No acepta fe ciega. Obliga a encontrar un camino propio, después de romper idealismos. Da grandes logros filosóficos cuando se integra el conocimiento con la vida.


En la décima casa (karma bhāva), se exalta. Aquí Shani (Saturno) brilla. Da una vida profesional firme, logros sólidos, liderazgo desde la experiencia. Pero no premia de inmediato. Aquí se trabaja, se cae, se reconstruye y se gana respeto con los años.


En la undécima casa (lābha bhāva), puede limitar el acceso a círculos sociales fáciles, pero da amistades verdaderas. Las metas se alcanzan si hay coherencia. No regala logros, pero los fija cuando llegan. Aquí se aprende a definir qué es ganancia real.


En la duodécima casa (vyaya bhāva), empuja hacia el desapego. Es Shani en modo mokṣa. La persona puede sentir aislamiento, distancia con los placeres ordinarios o tendencia a la soledad. Pero también se abren las puertas de la introspección, del retiro y de la renuncia si hay trabajo interior.



Shani (Saturno) enseña de manera distinta en cada casa. Pero en todas pide lo mismo: madurez, tiempo, orden y dharma. Quien lo acepta, crece. Quien lo evade, repite. Porque él no niega. Solo entrega lo que corresponde.


Shani (Saturno) no entra a una carta natal para hacer daño. Entra a señalar el campo donde más se necesita estructura, madurez y tiempo. Es el graha que más lento se mueve y el que más profundamente impacta. Su presencia nunca es inmediata. Pero lo que toca, lo transforma para siempre.


En la astrología védica, cada planeta representa una inteligencia divina que cumple una función dentro del karma individual. Shani (Saturno) es el kāla-deva, el señor del tiempo, y aparece en la carta como el guardián del aprendizaje real. Por eso, donde se ubica en el horóscopo —ya sea por rāśi (signo), bhāva (casa), o dṛṣṭi (aspecto)— indica el área de vida donde la persona deberá trabajar más a fondo, con menos ayuda externa y más responsabilidad interior.


No importa en qué casa esté. Lo que sí importa es que donde está Shani, hay peso. No por castigo, sino porque ese es el punto exacto donde el alma vino a fortalecer sus raíces.


Además de su ubicación, Shani proyecta aspectos (dṛṣṭi) especiales. Mientras la mayoría de los planetas miran solo a la séptima casa desde su posición, Shani también mira con su influencia la tercera y la décima. Esto significa que extiende su vigilancia a más zonas del horóscopo, señalando donde se requiere determinación, paciencia o corrección.


Otra enseñanza profunda se da cuando Shani rige o transita por daśā (períodos planetarios) largos. La daśā de Shani puede durar hasta 19 años. Y no se caracteriza por grandes pérdidas, como muchos temen, sino por la oportunidad de redefinir desde el fondo lo que ya no puede sostenerse con máscaras. Quien atraviesa una daśā de Shani sin evadir, sale de ella más fuerte, más claro y más estable que nunca.


Y está, por supuesto, el tránsito más famoso de todos: ṣaḍe sāṭī, el paso de Shani por el signo anterior, el mismo, y el siguiente a la Luna natal. Este ciclo de aproximadamente siete años y medio no es una maldición. Es un proceso de reordenamiento profundo que atraviesa cuerpo, mente y alma. Cuando Shani cruza la Luna, toca la raíz emocional del individuo. Y si esa raíz está conectada con el ego, se sentirá como pérdida. Pero si está conectada con el dharma, se revelará como maestría.


Shani no quiere vernos sufrir. Quiere vernos crecer. Pero no en expansión superficial, sino en profundidad real. No le interesa lo que sabes. Le interesa lo que haces cuando nadie te ve. Por eso, en la carta natal, Shani no es temido por los sabios. Es honrado como el único que no miente.


Cuando se entiende a Shani desde el Jyotiṣa, se deja de huir del proceso. Y empieza la verdadera transformación.

No temas a Shani – Saturno no castiga, Saturno madura


En el sistema védico no se habla de castigo, se habla de consecuencia. Y eso es lo que representa Shani (Saturno). Él no llega a aplastarte, llega a devolverte lo que tú mismo sembraste. El problema es que el ser humano no quiere ver esa parte. Quiere progreso sin esfuerzo, resultados sin proceso, crecimiento sin restricción. Pero eso no existe. Y por eso Shani es uno de los graha más malinterpretados del Jyotiṣa. Porque no le interesa agradarte. Le interesa que madures.


La función de Shani es clara: mostrarte el límite. Y no para destruirte, sino para que te ubiques. Para que tomes conciencia del tiempo, del karma, y del dharma. Su energía siempre es incómoda, pero nunca es injusta. Donde aparece, aparece la necesidad de orden, de responsabilidad, de asumir lo que has venido evitando.


Muchos quieren “apaciguarlo” con rituales, mantras, donaciones. Y aunque esas acciones pueden generar cierta armonía, ninguna de ellas reemplaza lo esencial: cambiar tu comportamiento. Shani (Saturno) no responde al símbolo si no está acompañado de transformación real. Puedes repetir mil veces su mantra, pero si sigues actuando desde la mentira, desde la evasión, desde el ego, él seguirá mostrándote la misma lección. Una y otra vez. Porque su tarea es que evoluciones. No que te sientas cómodo.


Todo lo que te incomoda con Shani tiene una raíz: el karma no asumido. Y todo lo que te libera con él tiene una causa: haber aprendido. Por eso Shani Jayantī no es un día para hacer teatro espiritual. Es para parar. Para observar tu vida sin excusas. Para decir con humildad: “Esto me lo generé. Esto lo sostuve. Esto lo repito. Y esto lo tengo que corregir.” Si puedes hacer eso con honestidad, Shani te mira distinto.


Hay que dejar de ver a Shani como una energía hostil. Shani no es tu enemigo. Es tu espejo. Y por eso da miedo. Porque te muestra exactamente en qué punto estás. Si vives huyendo de tu propia estructura, entonces su tránsito te aplasta. Pero si estás dispuesto a asumirla, entonces Shani te fortalece como ningún otro planeta.


Cuando inicia un período de Shani, cuando entra en un bhāva importante, cuando toca la Luna, no viene a romperte. Viene a pulirte. Y lo hace quitándote lo que no necesitas, lo que no es verdadero, lo que construiste sin base. Te desinstala. Te enfría. Te baja de la emoción. Y si no entiendes lo que está ocurriendo, piensas que es castigo. Pero no es castigo. Es depuración.


Shani rige lo que se tarda, pero también lo que se sostiene. Él no te da nada rápido. Pero todo lo que él da, tiene raíz. Si logras algo durante su tránsito, ese logro será tuyo de por vida. Porque tuviste que esforzarte. Porque hubo tapasya. Porque tuviste que cambiar de verdad.


Y eso es lo que no quieren entender muchos practicantes modernos. Que la astrología no es solo un lenguaje para “entenderme” o “ver mis dones”. La astrología védica, el Jyotiṣa, es una herramienta para alinear tu vida con la ley del universo. Y en esa ley, no hay espacio para la ilusión sostenida. Shani es el que viene a cortar eso. Te quita la comodidad de lo falso para devolverte la dignidad de lo verdadero.


Si lo entiendes, entonces ya no le temes. Ya no haces rituales por miedo. Ya no pides que te quite la carga. Pides la fuerza para cargarla con conciencia. Para caminar firme. Para actuar desde el dharma, incluso si te cuesta. Incluso si te duele. Porque sabes que el alma no vino a vivir una vida fácil. Vino a evolucionar.


Ese es el sentido profundo de Shani Jayantī. No es una ceremonia para manipular el karma. Es una oportunidad para reconciliarte con él. Para dejar de quejarte. Para tomar postura. Y para comprometerte a sostener lo que ya sabes que debes sostener.

Cuando eso ocurre, Shani deja de frenarte. Porque ya no necesita hacerlo.Porque tú mismo te volviste consciente del tiempo, del deber y de la verdad.


Y cuando Shani reconoce eso en ti… entonces sí, te entrega lo que viniste a merecer.

 
 
 

2 Comments


GuGu
May 27

„No hay luz verdadera sin la sombra que la acompaña.„ wow…. Escribes estupendo. Gracias x compartir. Ayer lei in articulo, hoy este, por Más post por favor! mUy Bueno !!

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Wen
May 26

🙏🏽💙💫

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